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¿Quién soy? ¿A dónde voy? ¿Con quién?

Estas tres preguntas son claves para conocernos mejor. Tres puntos cardinales de nuestra brújula vital.


Saber quién soy implica saber qué cualidades tengo, cuáles son los puntos débiles que debo seguir reforzando, qué me gusta y qué no me gusta. Sé quién soy en cada momento si sé conectar con mi interior, con mis pensamientos, con mis emociones. Sé quién soy y al mismo tiempo me respeto y me valoro, ocupando un lugar alto en mi escala de prioridades.

Saber contestar esta pregunta es clave para conocernos mejor porque implica que he dedicado tiempo a responder. Puedo definirme y saber que soy mucho más que lo que tengo, que lo que llevo encima, que todo mi camino y mi mochila emocional. Soy mucho más que todo lo que me rodea, soy yo.


Es importante, después de saber quiénes somos, saber dónde vamos. Es decir, dónde y de qué forma estamos gastando nuestros recursos. ¿Nos gustan realmente los proyectos en los que participamos? ¿Hasta qué punto los hemos elegido nosotros? ¿Qué control tenemos sobre ellos?

¿Qué es lo que quiero conseguir? ¿Cuáles son mis metas? ¿Hacia dónde comienza la ruta de mi camino? ¿Qué dirección estoy tomando? El valor de esta pregunta es saber que mis pasos me llevan por caminos en los que el protagonista no va a ser la desilusión o el sufrimiento. Implica valorar mis recursos y mis posibilidades de una manera realista, ponerle un cierto orden a mis pasos.

¿Sé realmente quién quiero que me acompañe? ¿Me puedo considerar autónomo al elegir con quién recorro mis pasos? ¿Puedo contar con gente que me apoye para alcanzar esas metas que me he marcado? Muchas veces son nuestras carencias o nuestras necesidades quienes nos hacen depender de otros o las que nublan las respuestas a estas preguntas.

Esta será la tercera de las preguntas claves para conocernos mejor. Si soy capaz de saber quién soy y a dónde voy, he de elegir para caminar a mi lado a aquellas personas que me van a dar aliento o que van a estar dispuestas a echarme una mano en caso de necesitarlo. Por el contrario, intentaré alejarme de aquellas que supongan un lastre (o al menos no compartir con ellas proyectos en los que puedan perjudicarnos). Finalmente, haré bien en ser sensible con aquellos que me muestran su afecto y no utilizan demasiado maquillaje para decirme lo que piensan.

Conocernos en este orden

Necesitamos saber quiénes somos, después a dónde vamos y por último con quién recorremos el camino. Pero ha de ser en este orden, ya que de otra forma corremos el riesgo de confundirnos y podremos permitir a los demás que guíen nuestro camino o incluso que sea la propia inercia la que me termine definiendo.

Cuando sé quién soy es cuando estoy preparado para tomar decisiones, para comenzar o seguir caminando por un sendero realmente elegido, asumiendo sus pétalos y sus espinas. Cuando he logrado verme y saber qué hay dentro de mí y conocer dónde quiero dirigir mis pasos, estaré preparado para compartirme y compartir todo aquello que llevo a mi espalda. Así, estaré preparado para abrir los brazos y recibir a todo el que tenga algo que aportar a mi vida, pudiendo, al mismo tiempo, enriquecer también a los demás.

“Tú eliges hacia dónde y tú decides hasta cuando, porque tu camino es un asunto exclusivamente tuyo”....

 
 
 

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