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Sin una buena comunicación no hay Paraíso!

Creamos realidades a partir del lenguaje..

Somos como escultores, que van creando o destruyendo la información que originan o reciben, en base a sus características, experiencias y peculiaridades. Hay que tener en cuenta que, los seres humanos creamos realidades, a través de nuestro lenguaje.

Cuando una persona intenta transmitir una imagen, un sentimiento, un concepto o una idea, probablemente el interlocutor no reciba lo mismo. ¿Lo habías pensado? La causa de la gran mayoría de los malentendidos es cuando las personas creen estar hablando de lo mismo, pero su concepción es totalmente distinta.

Saber dialogar, argumentar y escuchar es clave para ahorrarnos conflictos sin sentido. Solemos escuchar o leer, sobre lo importante que es mantener una buena comunicación, ya sea en el ámbito laboral, familiar, social o de pareja. Ahora bien, ¿tenemos en cuanta todo lo que conlleva el proceso de comunicación?

No siempre encontramos las palabras precisas, la forma de hacernos entender o de transmitir aquello que deseamos transmitir, incluso de transformar en palabras lo que pensamos o sentimos. A menudo, nos resulta todo un desafío. Incluso, a veces, consideramos que no somos nosotros, sino nuestro interlocutor el que pone una barrera para que no le llegue nuestro mensaje.

No somos conscientes de todo el engranaje que forma parte de nuestros procesos de comunicación. Nos olvidamos de la importancia de comunicarnos con los demás de manera clara y sencilla, sin pensar en el impacto que puedan llevar nuestras palabras y gestos.

Suponemos, damos por hecho, creamos hipótesis personales sobre acontecimientos o personas, sobreentendemos, difamamos, añadimos o quitamos detalles a la información que nos ha llegado, etc.


“No esperes a que te toque el turno de hablar: aprende a escuchar de verdad y serás diferente.”


Para crear realidades con mayor sentido, significado y cercanía debemos alzarnos como comunicadores eficaces.


Claves de la comunicación efectiva


Hay parejas que hablan del amor, pero tienen visiones distintas del mismo. Hay personas que comparten una amistad, teniendo para cada cual unas características diferentes. ¿Nunca habías pensado que quizás cuando estás conversando o discutiendo con una persona, puede que tengan visiones o significados distintos sobre aquello en lo que no están de acuerdo?

En las conversaciones con los demás, la palabra puede ser la misma pero el contenido totalmente distinto. La superficie y la profundidad pueden no guardar la relación que tú te imaginas. Hay que tener en cuenta qué decimos y cómo lo hacemos, para obtener un mapa más preciso de nuestra comunicación con los demás.


Es común que las personas hablen sin escuchar lo que el otro tiene que decir. Mientras el interlocutor está expresando su punto de vista, estamos pensando en la próxima respuesta a dar y hacer de nuestro discurso el centro de la conversación.

Otro error es escuchar y prestar atención sólo a lo que se quiere, ignorando lo que no nos interesa o lo que va en contra de nuestros principios. Es como si tuviéramos un filtro que sólo se enfoca en la información que es consonante con nuestras emociones y pensamientos. En estos casos, es imposible llegar a acuerdos o entendimientos con posturas diferentes a la nuestra.

Ser empático implica ser capaces identificar los sentimientos y pensamientos de otros individuos, y experimentarlos como si fueran nuestros. En la comunicación efectiva es esencial la empatía, pues facilita el entendimiento mutuo.

El lenguaje no verbal (gestos y posturas corporales) también transmiten un mensaje. Fijarse en el lenguaje corporal de nuestros interlocutores ayudará mucho a comprender el mensaje. Asimismo, en toda comunicación, lo ideal es que nuestro cuerpo y nuestras palabras estén en sintonía. Así, evitamos provocar confusiones.

Si vamos predispuestos a imponer nuestras creencias y a no aceptar otras perspectivas, será difícil lograr una comunicación efectiva con cualquier persona.

De la mano con lo dicho anteriormente, es importante que sepamos que no todo lo que emiten nuestros interlocutores estará en sintonía con nuestras posturas. Lo ideal es aceptar esta realidad y respetar todas las divergencias que encontremos. Esto implica no imponer nuestras creencias u opiniones, y estimular el al dialogo reflexivo e integrador.

Preguntar en lugar de suponer

Cuando mantenemos una conversación con otra persona resulta fundamental, que preguntemos al otro qué es o qué significa para él aquello sobre lo que conversamos.

¿Qué es para ti el amor? ¿Qué es para ti una relación de pareja? ¿Qué significa para ti ser leal o aburrido? ¿Qué es para ti la felicidad o la tristeza? Y de la misma forma, nosotros también podemos explicar como lo vemos. Sino, tan solo nos encontraremos dando por hecho que el otro comparte nuestra visión del mundo o que piensa igual que nosotros. Y esto, ¿sería mucha casualidad no?

Nos ahorraríamos muchos conflictos y malentendidos si en lugar de suponer, hubiésemos preguntado antes a nuestro interlocutor a qué se refería con su idea o planteamiento…

Cada uno lleva a la espalda su educación, sus experiencias, su formación, sus características personales, como para que siempre compartamos opiniones o sentimientos parecidos. Son los lentes propios con los que sentimos, interpretamos, pensamos y actuamos sobre el mundo. Y cada uno de nosotros lleva un modelo diferente.


Cuando decimos que el otro no tiene razón, lo que en realidad expresamos es que no piensa igual a nosotros. ¿O no? Reflexiónalo…





 
 
 

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