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Tus hábitos y rutinas te conducen a tu destino!!

Vamos a empezar con una frase que me encanta y es:

«Siembras un pensamiento, cosechas una acción. Siembras una acción, cosechas un hábito. Siembras un hábito, cosechas un carácter. Siembras un carácter, cosechas un destino.»​


El precio de las rutinas puede ser muy alto. Sí: son necesarias: una manera práctica de manejar la vida cotidiana. Pero al mismo tiempo y de manera imperceptible, se convierten en una forma de vida en la que te refugias y comienzas a tener miedo del cambio.

Es usual encontrarnos con personas que viven sumergidas en una rutina, pero reniegan de ella todo el tiempo. Suspiran y dicen que están aburridas porque todo es siempre igual. Sin embargo, tampoco sienten que tengan la fuerza para decir “basta”.

Así, para vencer la dictadura de las rutinas es necesaria una buena dosis de valor. Además, es imprescindible una motivación importante y la suficiente confianza en uno mismo como para ser capaces de romper el esquema y adentrarnos en el camino de lo incierto.

Lo peor de establecer rutinas y mantenerlas es que vas insensibilizándote, sin que lo notes. No es que dejes de sentir, sino que terminas encasillando lo que sientes. Comienzas a tener la percepción de que todo aquello que no es familiar, resulta peligroso. Lo nuevo, lo diferente, se convierten en una especie de amenaza.

La rutina merma tu curiosidad, disminuye tu capacidad de sorpresa. Pero, sobre todo, te vuelve sordo y ciego a tus propias potencialidades. Terminas creyendo que haces solo lo que puedes hacer y que te sería imposible actuar o vivir de otra manera.

El resultado es un cierto estado de amodorramiento. Con la rutina vives en función de “cumplir” y no de evolucionar o de ser feliz. Y, lo peor: comienzas a ver la rutina como tu gran logro y sientes miedo de todo lo que pueda alterarla.


Una de las propuestas centrales del zen es calmar los pensamientos y las emociones para construir una paz interior duradera y estable.

Donde quiera que estés, sé TODO allí”.

Si los pensamientos y las emociones se mantienen serenos hay mayor claridad para actuar y la fortaleza se concentra. No dilapidamos inútilmente nuestra energía y obtenemos mejores resultados en todo.

Hay una parte de tu tiempo que te debes dedicar exclusivamente a ti. Son esas parcelas de la vida en donde te debes enfocar solamente en hacer lo que verdaderamente quieres: dormir, comer, bailar, lo que sea. Lo importante es que sientas que estás haciendo única y exclusivamente lo que te provoca hacer.


No pierdas contacto con la naturaleza. La naturaleza ejerce un efecto sumamente positivo sobre las emociones y el pensamiento. Así que es muy importante que busques la forma de estar en contacto con el verde de las plantas y con la particular forma de interactuar que tienen los animales. La naturaleza nos ayuda a conectarnos con nosotros mismos y esto, a su vez, nos permite reconocer los cambios que necesitamos implementar.

La mejor forma de romper con la rutina y con la planificación tiene que ver con la improvisación.

 
 
 

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