¿Éramos más felices sin redes sociales?
- Libelula de Tinta Croata
- 24 ago 2021
- 4 Min. de lectura
Hay una pregunta que viene y va en nuestras mentes. La verdad es que si reflexionamos respecto a todo lo que hemos aprendido con las redes sociales, podríamos decir que han sido, por un tiempo, una buenísima fuente de información alternativa.
Sin embargo, la pregunta va más allá de la funcionalidad y utilidad. Con cualquier invento tecnológico que añadimos a nuestra rutina, tenemos que analizar si está sirviendo para hacernos sentir mejor. Si ha optimizado nuestras relaciones, cambiado rutinas desadaptativas o si nos produce bienestar utilizarlas.
Después de varios años utilizándolas, es conveniente pararnos a pensar en todo lo que nos ha traído o robado, en todo lo que nos ha ayudado o no en lo personal y profesional. Nos preguntamos por tanto en este artículo: ¿Éramos más felices sin redes sociales? La respuesta será diferente para cada uno de nosotros, pero reflexionar sobre algunos puntos nos ayudará a contestarla.
Con las redes sociales jugando un papel tan importante en nuestras vidas, ¿podríamos estar sacrificando nuestra salud mental . bienestar, relaciones , así como nuestro tiempo? ¿Qué sugiere realmente la evidencia?
La respuesta es radicalmente distinta para una persona que para otra, pero es necesario reflexionar acerca de si las redes sociales nos han aportado cosas positivas respecto nuestras relaciones, si lo siguen haciendo y, si fuera lo contrario, cómo enmendarlo o cambiarlo.
Cuando reflexionamos acerca de la mejora de las relaciones sociales, nos referimos al incremento del bienestar general en una persona por mantener relaciones frecuentes y significativas. La intimidad en las relaciones se traduce en la cantidad de apoyo social percibido. La sensación de sentirnos queridos y de poder contar con distintas personas para distintos planes nos hace más felices.
En definitiva, para mantener buenas relaciones, hay que mantener un contacto, hablar cara a cara, no dar las cosas por sentado y escucharse. Sin embargo, las redes sociales nos han dado una falsa sensación de familiaridad y contacto con los demás en donde parece que no hay que esforzarse por conocer al otro.
La pérdida de naturalidad y sensación de soledad
Cada uno expone lo que quiere en sus perfiles y con eso nos quedamos. Se ha perdido, en parte, la magia de las miradas, de las manías y complejos visibles que nos hacen imperfectos y a la vez apasionantes. Se ha perdido la conexión o rechazo inexplicable en las distancias cortas.
La sensación de ajetreo, de viaje constante, de prueba y error. Ahora estamos sistematizados y programados. Al principio parecía apasionante, pero añoramos los pequeños detalles. Cada vez estamos más hastiados de la perfección prefabricada. De una relación fluida en redes que no se traduce en un interés genuino por el otro en la vida real.
Echamos de menos a esa gente que no es nada perfecta en redes, pero es especial con tan solo saludarte con una sonrisa. Que no es protocolaria en todo lo que escribe, pero sí natural y buena en todo lo que dice y hace. No es que demos menos importancia al comportamiento en redes, pero con el paso de los años el tiempo invertido en ellas no es proporcional al beneficio emocional que nos aporta.
Existe cierto peligro de deshumanizar las relaciones, pues el contacto, las miradas, los gestos, el olor y tacto que se puede sentir en un tú a tú real y físico queda sustituido por una relación que tiene lugar con una pantalla de por medio. Esto, para ciertas personas con falta de habilidades sociales se convierte, en realidad, en toda una ventaja, ya que les ayuda a no sentirse solos y a experimentar una sensación de encontrarse acompañados.
Por otro lado, la gestión del tiempo no es del todo la más adecuada, pues si dedicamos excesivas horas a las redes sociales podemos llegar a desarrollar una cierta adicción y a dejar de lado otras ocupaciones por estar pendientes del ordenador o el dispositivo móvil. Nos distraen de nuestras ocupaciones.
E, incluso, se crean extrañas escenas cuando llega el momento de que un grupo de personas se encuentre para tomar algo, pues no es raro ver a amigos sentados en torno a una mesa, en silencio, y cada uno pendiente de su propia pantalla de móvil. Al igual pasa con las parejas en diferentes escenarios. Una situación que todos hemos visto e incluso protagonizado y que desvirtúa por completo una relación interpersonal saludable y reconfortante. Dejemos el teléfono a buen recaudo y mirémonos más a los ojos cuando estemos frente a frente.
El mal uso de estas tecnologías deriva en la aparición de ciertas patologías psíquicas.
Las redes sociales facilitan la comunicación, pero también la alteran, ya que una relación basada únicamente en ellas ocasionaría déficits sociales y emocionales.
Por otra parte, el usuario compulsivo de las redes sociales suele sentir miedo a estar “desconectado”, lo que le hace estar permanentemente activo. Asimismo, otra situación patológica consecuencia de su mal uso es la envidia que ciertos usuarios pueden sentir al ver continuamente publicaciones de amigos que exhiben una calidad de vida que ellos no tienen.
Las relaciones interpersonales pueden verse afectadas e incluso destruidas por el uso excesivo del celular.
Las relaciones entre dos o más personas son importantes para la vida y es necesario la relación de personas físicamente, todo en exceso daña, el uso en exceso del celular también..
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